top of page

¡Con el puro brazo izquierdo!


Mi padre no me llevó a conocer el hielo, pero me llevó a conocer las luchas en el Gimnasio de la Ciudad Deportiva de Villahermosa. La noche era fresca y mi madreIrma Hurbina Montalvo nos vistió a mi hermano y a mí con singular esmero cual noche de domingo en el parque. No somos gemelos pero ella tenía un gusto extraño por vestirnos igual. Ambos íbamos con camisa blanca de algodón (de manga corta), short de tweed (¡hágame el favor!) y una boina del mismo material haciendo juego (¡Dios bendito!). Mi padre, Francisco Licona entró al gimnasio presumiendo con orgullo jarocho a sus dos hijos. A mi hermano Aris Licona lo llevaba de la mano y a mí me cargaba en su brazo izquierdo ¡con el puro brazo izquierdo!

Recuerdo luces, la duela, las capas brillantes multicolor y las máscaras. De eso ya son casi 35 años, pero las luchas ya no son lo que eran antes, ahora se da entre el público una rabiosa catarsis en la que la violencia física se actúa en el cuadrilátero pero la violencia social se saliva en las butacas. Antes los rudos eran malos y marrulleros, ahora sólo jotean y se dan manazos. Ojalá eso no lo recuerde mi hijo Paquito. Ojalá recuerde cuando sea grande, aunque sea vagamente, esa noche en que lo llevé a conocer las luchas, esa noche que su mamá Karla Amelia Narvaez Lasnibat lo vistió con su mejor suéter (de tweed), y que mantenga por siempre la impronta de esa noche mágica cuando, nostálgico pero con orgullo jarocho, entró su padre a la Arena Xalapa presumiendo a su miniMístico y lo mantuvo por horas cargado ¡Con su puro brazo izquierdo!

bottom of page